Este verano he realizado un voluntariado en Malaysia, en el norte del país, en una zona muy rural. Mi proyecto se llamaba “Learning Disabilities Center” y consistía en crear técnicas creativas para enseñar a niños de una minoría india, en un orfanato.
¿Lo que he descubierto? Que hay un click. Algo que te hace verlo todo de forma diferente. En el momento que pisé el aeropuerto de Penang mi vida giró 365 grados.
Choque cultural… mucho. Malaysia es un país donde las mujeres deben ir en vagones separados que los hombres, donde la religión musulmana es la mayoritaria(y en muchos sitios radical) donde los lagartos caen del techo encima de tu plato, donde por dos carriles circulan cuatro coches… pero en el que tu día a día esta lleno de sonrisas.
La hospitalidad es la reina del país, yo vivía con cinco voluntarios, en la casa de una familia, para los que éramos cinco hijos más. El matrimonio y sus cuatro hijos dormían en una habitación los seis juntos para que nosotros pudiéramos estar allí.
Cuando te despiertas con la risa de los niños desde la planta baja, cuando comes con las manos celebrando sus cumpleaños, cuando eres un hijo más en la casa de alguien, cuando todos los días oyes un “thank you teacher Alba”… es cuando realmente descubres, que solo por eso, ha merecido la pena.
Mi experiencia la han construido cada una de las personas que han convivido y pasado un ratito conmigo, creces gracias a ellos, no solo la gente del país, sino los otros voluntarios que trabajan contigo. Diez culturas diferentes pueden convivir juntas, por mucho que encuentres siete religiones diversas o diez gustos diferentes… y ahí es donde hay más click, al darte cuenta que vivimos rodeados de prejuicios, porque por encima de todo, todos somos personas.
Cada experiencia es diferente, pero 100% segura que todas son para siempre: “Don’t cry because it’s over, smile because it happened.”
Gracias AIESEC por hacer esto posible.
Alba Arjona Castillo – AIESEC in Pompeu Fabra (Barcelona)