by Mario, 25, Universidad de Ovideo


Mi nombre es Mario Mayora Sánchez y tengo 25 años.  Gracias a la mediación de AIESEC empecé a trabajar desde septiembre del año pasado en una pequeña ciudad polaca de nombre Kluczbork. En esta ciudad, que al ser pequeña es casi desconocida en el extranjero (y además por tener un nombre casi impronunciable para hispanohablantes)es donde se encuentra la empresa donde trabajo. La empresa, de un tamaño considerable (200 empleados) fabrica ropa de trabajo y exporta el género a varios países europeos. Yo soy el representante de ventas para España, donde tienen un mercado pequeño pero creciente.

Como mis estudios no están relacionados con el sector en el que estoy trabajando y además mi experiencia laboral era escasa al llegar, tuve que esforzarme por aprender desde un principio, entre otras cosas:  estudiar el género para conocerlo al dedillo (todo representante de ventas tiene que saber qué vende) leer sobre técnicas de venta y de trato al cliente, aprender a utilizar las aplicaciones digitales que ayudan a nuestro desempeño, esforzarme en mi inglés para tratar con mis compañeros (y para algunos, el polaco) o tener una disciplina de trabajo que en la universidad no se enseña.  La inexperiencia costó ciertos errores al principio, no graves, si bien ahora puedo afirmar sin dudas que en este tiempo ha mejorado mucho. 

Kluczbork es una pequeña ciudad residencial de 25.000 habitantes, sin turismo, sin universidad y a 50 km del centro urbano importante más cercano. Residir en un sitio así tiene evidentes desventajas frente a las grandes ciudades: poca gente joven, menos ” movimiento” en general (en invierno por la tarde parece una ciudad fantasma) y, algo muy importante, que muchos residentes no hablan inglés… esta circunstancia hizo mis inicios bastante complicados, al no poder comunicarme con casi nadie en la vida cotidiana -y que además el polaco es una lengua extremadamente difícil-  Kluczbork, Poland

Pero tiene también cosas buenas: más tranquilidad, todo lo necesario para la vida está cerca y, además, algo que a mí personalmente me encanta, y es que vivir aquí es vivir en la auténtica Polonia. En cualquier ciudad grande de Polonia, sobre todo Cracovia o Breslavia que tan de moda están para estudiantes y gente joven en general, todo extranjero pasa ya desapercibido. No ocurre lo mismo en Kluczbork, donde soy la nota exótica (no exagero al decirlo) y me consideran alguien especial. Ahora tengo mucha gente que me aprecia, en gran medida, supongo, porque desde el primer momento respeté la cultura y tradiciones nacionales de los polacos , y también porque me esforcé por aprender el idioma, aunque sea a nivel básico. Lo valoran muchísimo y a cambio muchos te tratarán como a un amigo de toda la vida.

Para concluir estas breves líneas, diré que no me arrepiento lo más mínimo de haber escogido este rumbo, a pesar de no pocos problemas que he tenido. Gracias a AIESEC he comenzado a forjar mi vida laboral. Hasta el momento era un ni-ni de libro, sin trabajar y ni siquiera estudiar durante un largo tiempo. Cómodo, sin sobresaltos, sí, pero también sin ambiciones, mientras los meses y los años pasan sin novedad.  Llega un momento en el que hay que coger el toro por los cuernos, echarle valor y salir al campo de batalla que es la vida.

Kluczbork, Poland, night street

Al fin y al cabo, a día de hoy la tecnología nos ofrece innumerables ventajas que nuestros abuelos no podrían ni haber soñado en sus días, y gran parte de ellos también viajaron para prosperar, con final feliz en la mayoría. En el año 2017 no es ningún drama separarse de los tuyos, siempre podrás volver.

 


Mario is on exchange through AIESEC in Galicia. 

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